Relación estudiante-discípulo Elena Orozco, Coordinadora Académica Centro de Desarrollo Escolar, Universidad Finis Terrae.


Los docentes, cuando entramos en contacto con jóvenes universitarios, no podemos olvidar que la relación maestro-alumno es misteriosa porque envuelve y compromete a dos seres humanos, cada uno de los cuales es un misterio para sí mismo y para cualquier otra persona.(1).  

Existen varias concepciones de lo que debería de ser la relación educativa entre docente y alumno, no obstante yo quisiera proponer lo que acertadamente describe Bergoglio (2), al presentar al educador como una persona de “encuentro” bajo dos dimensiones: como una persona que educa (educere), que “extrae algo de dentro”, algo que ya estaba ahí, y como una persona de autoridad (autoritas) “que nutre y hace crecer”, de modo que, el educador es aquel que “conduce” (educare –conducir o guiar-) al educando hacia la verdad por el camino de la interioridad hacia lo que nutre, inspira y hace crecer. Esto implica a su vez que el educador esté abierto para recibir del educando, para aprender de él. Por otro lado, el educando elige ser educado, confiando que el educador conoce el camino porque lo ha recorrido ya algunas veces y se deja conducir por él.

Para fomentar una relación educativa con nuestros alumnos con estas características propongo potenciar las siguientes competencias. 

Apertura al Diálogo

En el complejo y variado mundo de la comunicación, estamos llamados a acoger al joven que se hace las preguntas últimas de la existencia humana, abriendo la posibilidad de un diálogo profundo, hecho no sólo de palabras y de intercambios sino también de una invitación a la reflexión y al silencio que, a veces, puede ser más elocuente que una respuesta apresurada (3).  Se trata, pues, de asumir la relacionalidad como paradigma pedagógico, de cultivar la cultura del diálogo, del acuerdo y de la mutua transformación en vistas a alcanzar el bien común. Un diálogo que no sea abstracto o ideológico, sino más bien, que esté forjado en el respeto, la comprensión y en el servicio mutuo.  

Esto nos requiere desarrollar capacidades profesionales nuevas, orientadas a integrar y a poner en diálogo las diferencias, proponiendo horizontes comunes, respetando la singularidad de los itinerarios de desarrollo de cada joven y de las distintas concepciones del mundo. Así mismo hemos de implementar prácticas educativas que acentúen el aprender juntos, la cooperación y la solución de conflictos; que inviten a la aceptación, valoración y celebración de las diferencias; (4) y que aseguren los elementos fundamentales para que este diálogo contribuya a “formar ciudadanos autónomos, reflexivos y responsables, con una actitud crítica y humanizada frente a la vida, a partir de sus necesidades y contexto sociocultural, creando espacios de comunicación democráticos, flexibles y armoniosos” (5).

Es necesario para ello que seamos pacientes para entender a quien es distinto a nosotros, ya que sólo así el joven se expresará con plenitud, cuando se vea no simplemente tolerado, sino más bien perciba que es verdaderamente acogido (6). Esto nos implica el ser capaces de exponernos en primera persona y de estar dispuestos a recoger las provocaciones de los jóvenes, que suelen ser muy exigentes y sensibles al mínimo signo de incoherencia y falsedad (7).  De modo que dialogar nos implicará compartir con el educando el camino de búsqueda de la verdad, hacer camino con él y dejar que se fragüe la cercanía y la proximidad, porque la distancia vuelve al educador miope en la captación de la realidad. Sólo la cercanía es portadora de esa objetividad que se abre a una mayor y mejor comprensión del educando (8).

Formación en la Libertad

Podemos, desde esta perspectiva, afirmar que “la relación educativa es un encuentro de libertades y que la misma educación cristiana es formación de la auténtica libertad” (9).

La libertad la comprendemos como una propiedad esencial de la persona, que no consiste simplemente en una facultad, a través de la cual el sujeto busca hacer u omitir algo, sino que implica la entrega de sí mismo; más que hacer algo, por la libertad el ser humano se hace, llega a ser hombre. Supone alcanzar de forma satisfactoria una identidad personal y social. Consiste en la determinación de la persona para ser ella misma (10).

A diferencia de lo que sucede en el campo técnico o económico, donde los progresos actuales pueden sumarse a los del pasado, en el ámbito de la formación y del crecimiento moral de las personas no existe esa misma posibilidad de acumulación, porque la libertad del hombre es siempre nueva y, por tanto, cada persona debe tomar personalmente, sus decisiones (11). Así pues, al ser el joven un sujeto activo que tiene la capacidad de transformar y reconstruir la cultura heredada surge en nosotros como docentes la responsabilidad de tomar en serio su libertad y curiosidad intelectual, con la multiplicidad de informaciones y el contraste de ideas e interpretaciones que pueda tener, para acompañarle en el ejercicio de una libertad responsable (12).  Una educación verdadera está llamada a suscitar en el educando la valentía para tomar decisiones definitivas, que son indispensables para crecer y alcanzar algo grande en la vida, especialmente para que madure el amor en toda su belleza; y para dar consistencia y significado a la propia libertad (13). 

Por consiguiente es necesario que aceptemos el riesgo de la libertad de los jóvenes, estando siempre atentos para ayudarles a corregir ideas y decisiones equivocadas sin secundar sus errores, ni fingir que no los vemos, peor aún, que los compartimos como si fueran las nuevas fronteras del progreso humano (11), porque cuando ellos se sienten respetados y tomados en serio en su libertad, a pesar de su inconstancia y fragilidad, se muestran dispuestos a dejarse interpelar por propuestas exigentes; más aún, se sienten atraídos y a menudo fascinados por ellas (9). 

Testimonio

Ahora bien, es importante subrayar que los jóvenes tienen necesidad de valores, que no sólo sean enunciados sino también testimoniados, de aquí que se afirme que la coherencia del educador es un factor indispensable en la educación. (14). 

Como docentes debemos de dar testimonio de la autenticidad de cuánto proponemos, a través del continuo esfuerzo por hacer corresponder con nuestra vida los ideales que enunciamos con palabras.  No nos podemos limitar solamente a comunicar saberes sino que estamos llamados a transmitir sabiduría a través de nuestra propia vida y de nuestras relaciones humanas (10).  Es por tanto necesario hacer conciencia y reflexionar acerca de la forma cómo desarrollamos la relación educativa, dado que el auténtico educador se convierte en testigo, cuando no transmite solamente los contenidos de su materia de enseñanza, sino que vuelca en ello su propia humanidad, su sabiduría, su competencia y se compromete personalmente con la verdad de lo que propone como enseñanza (15).

Los jóvenes necesitan de auténticos maestros; personas abiertas a la verdad, personas convencidas, sobre todo, de la capacidad humana de avanzar en el camino hacia la verdad. (16), esperarán que el docente sepa dar razón “pero no sólo con explicaciones conceptuales, con contenidos, sino conjuntamente con hábitos y valoraciones encarnadas. Podrá así ser llamado maestro solamente quien pueda sostener con su propia vida las palabras dichas” (8). 

Concluyo con la invitación a que busquemos ser para nuestros alumnos un punto de referencia para que no sea solamente la recepción de la palabra llena de contenido, sino nuestra presencia, nuestro diálogo, el que les ayude a distinguir lo exacto de lo erróneo y les brinde la confianza para elegir una existencia con sentido. Convirtámonos en testigos, que, con nuestro ejemplo, animemos, acompañemos, dejos caminar, y sepamos dar razón de la verdad.

Referencias:

  1. Maestros y Discípulos. Morales, José. 2005, Scripta Theologica, Vol. 37, págs. 607-615.
  2. Bergoglio. Algunas líneas sobre la educación. [En línea] 9 de febrero de 2006. http://www.arzbaires.org.ar/inicio/homiliasbergoglio.html.
  3. Benedicto XVI. Mensaje para la LXVI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Vatican.va. [En línea] 20 de mayo de 2012. http://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/messages/communications/documents/hf_ben-xvi_mes_20120124_46th-world-communications-day.html.
  4. El ser humano como eje del hecho educativo. Instituto de Investigación y Formación Pedagógica. 2007, Diálogos, págs. 6-17.
  5. Caracterización de la comunicación pedagógica en la interacción docente-alumno. Granja Palacios, Consuelo. 2, 2010, Investigación en Enfermería: Imagen y Desarrollo, Vol. 15, págs. 65-93.
  6. Francisco. Mensaje para la LXVIII Jornada Mundial de las Comunicaciones. [En línea] 1 de Junio de 2014b. http://w2.vatican.va/content/francesco/es/messages/communications/documents/papa-francesco_20140124_messaggio-comunicazioni-sociali.html.
  7. Rylko, Stanislaw. La pastoral de los jvenes ante la emergencia educativa hodierna. Valencia : s.n., 2012.
  8. Bergoglio, Jorge Mario. Mensaje a las Comunidades educativas. [En línea] 23 de abril de 2008. http://aica.org/aica/documentos_files/Obispos_Argentinos/Bergoglio/2008/2008_04_23_Comunidades_Educativas.html.
  9. Benedicto XVI. Discurso en la inaguración de la Asamblea diocesana de Roma. [En línea] 11 de Junio de 2007. https://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/speeches/2007/june/documents/hf_ben-xvi_spe_20070611_convegno-roma.html.
  10. Alburquerque, Eugenio. Emergencia y urgencia educativa. Madrid : CCS, 2011.
  11. Benedicto XVI. Mensaje a la diócesis de Roma sobre la tarea urgente de la educación. [En línea] 21 de enero de 2008. http://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/letters/2008/documents/hf_ben-xvi_let_20080121_educazione.html.
  12. Subjetividad: el desafío de integrar el sujeto en la educación. Hengemühle, Adelar. 1, 19 de julio de 2005, Lasallista de investigación, Vol. 2, págs. 65-75.
  13. Benedicto XVI. Discurso en la IV Asamblea Eclesial Nacional Italiana. [En línea] 19 de octubre de 2006. https://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/speeches/2006/october/documents/hf_ben-xvi_spe_20061019_convegno-verona.html.
  14. Francisco. Discurso a los participantes en la Plenaria de la Congregacion para la Educación Católica. [En línea] 13 de febrero de 2014a. http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2014/february/documents/papa-francesco_20140213_congregazione-educazione-cattolica.html.
  15. La dignidad, raznabilidad y belleza de ser cristiano. Implicaciones para la Universdiad. Guzmán, Carriquiry Lecour. Montevideo : s.n., 2012. Lectio inaguralis. Universidad Católica de Uruguay.
  16. Benedicto XVI. Discurso en el Encuentro con los jóvenes profesores universitarios. [En línea] 19 de agosto de 2011b. https://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/speeches/2011/august/documents/hf_ben-xvi_spe_20110819_docenti-el-escorial.html.